¡SON CASI LAS TRES!

Son casi las tres de la tarde y estas sentada en la computadora porque te levantaste a las 10.30 de la mañana para escuchar a tu hermana en la radio. ¿Para qué? ¡Si! Para que mamá te diga, “no, ya hablo ella”. Uh que mal, ahora lamentablemente tengo que quedarme en la compu, que lástima.

Pensas que hoy es feriado, que papá esta trabajando quien sabe hasta que hora, porque hasta ayer estaba supuestamente de “minis vacaciones”. Mamá y la abuela que son palo y astilla y ¡no se callan nunca! Y deseas que un hada madrina baje por la escalera que desemboca en el escritorio de la compu (¿qué pasaría si alguien se cae? te preguntas de repente) y les saque la lengua aunque sea por diez minutos. Vuelve mamá y se te para justito al lado de la computadora cuando vos querés escribir. ¡Genia! ¿Alguna idea mejor? No, tranqui, era para decirte que tu hermana seguramente hable otra vez porque el muchacho de la radio todavía no los despidió “no va a ser tan maleducado” dice tu vieja. Y no má. Entonces termina el tema de anda a saber que banda y dice el locutor “bueno, seguimos acá con los chicos de Un Cachito De Cielo Para Tus Soles”. Pablo, Jimena y tu hermana mayor. Te reís con mamá porque se hace la seria y su voz de locutora es tremenda pero no tanto como la imaginabas. ¡Ni se ríe! Le gritas a tu vieja cagándote de la risa. Le cuenta al muchacho que juntaron alfajores y la leche para la merienda y tu vieja se larga a llorar y te le reís en la cara y le gritas ¡Estas llorando! Se ríe ella también y te contesta con el típico ¿Y qué querés? estoy orgullosa de mi hija. Y si, además de que es gordita, esta por explotar del orgullo. Y ahí te das cuenta de quién heredaste la maldita sensibilidad que tanto te caracteriza.

Ahora ya son las 13.00 y llego tu viejo, mamá con lástima le dice que pensaba que venía a las 14.00 y que por eso no esta la comida, como si a papá le importara. Lo miras desde el sillón, se te acerca y chocan los cinco como hacían (y siguen haciendo) desde que tenés uso de razón. ¡A la mesa! Grita tu vieja, y decís “que rico”. Hizo costeletas o churrascos, lo que sean (por dios), papas fritas, y tu amada ensalada de lechuga y tomates aunque hoy no comes porque no te apetece. Muy rico todo, buen provecho. No te levantas de la mesa porque te das cuenta de que tu linda hermana te saco la compu con el típico “ya me voy a trabajar”. ¡Cara rota! Das clases particulares, y te vas dentro de una hora. Apropósito, te sentas en la escalera con la excusa de que tenés frío y ¡OH! casualidad ahí esta el calefactor. Y ves todo lo que hace, habla con Pablo, el amigo. Y le pide una foto a ¿Yanina era? Porque es su cumple y le va a escribir algo. Y no se calla ella tampoco, aunque no haya heredado la sensibilidad de mamá y si el humor de papá, heredo como yo, ¡la lengua! Te cuenta que no se llevaba bien con la chica esta que cumple años porque dice que es una terrible cheta, pero muy buena onda. ¡Y claro! pensas, es como los Rollings y los Beatles, una cheta y una hippie ¿Dónde viste?

Ya te dejo, te dice. Claro y yo soy tarada pensas. Tiene todos los programas habidos y por haber abiertos y además esta lo que vos dejaste abierto para que ella no se sentara en la compu, pero no importo, se sentó nomás. Son casi las dos, pensas. Genial, se esta por ir. Sabes que tiene que darle clases a Emilse del colegio ese evangélico que tanto odias (¿Será porque sos católica? Nooo, ni ahí) ¿Cómo era? ¡AH! El Hotton, pero ¡por favor!. Sabes que es Emilse porque es la nena que llama casi todos los días, y la caracteriza la voz de pito, en fin. ¡Son las dos! Ahí tenés. Agarra el saquito, MI bufanda, el morral, el mp3 y grita con toda su boquita un ¡CHAU! Que escucho, toda la familia y el vecino, inclusive. Te sentas en la compu, lo que tenias abierto esta todo tildado y lamentablemente lo tenés que cerrar. En el MSN nadie te hablo, porque tu actividad ¿messengerista? esta cada vez más muerta. Te preguntas ¿Cómo puede ser si tengo más de 100 contactos?

¿Y ahora? ¿Ahora? Nadie te habla, no tenés nada nuevo en el Ares, tuviste que cerrar el otro programa y ahora no te abre. ¡Son casi las tres!, pero hoy no hay novela porque es feriado. ¿Eso miras vos? Preguntaría papá si estuviera acá. Debe estar durmiendo, ¿o no? Te percatas de que “la vecina loca” debe estar limpiando porque Daddy Yankee ¿así era? suena a todo volumen y se escucha hasta acá. Mamá se queja porque papá no puede dormir y la abuela también, como para no perder la costumbre, tiene que estar de acuerdo con todo lo que dice o hace tu vieja.

¿Me haces un té? Le pedís. Aunque tranquilamente podrías hacerlo vos porque hace poco aprendiste a prender la cocina. Ahora no, estoy limpiando. Ah, bueno, cuando termines si querés. Le decís así como una nena de tres años. Ya son las tres y veinte. Mamá se acerca para mirar a la calle por la ventana (ventana que odias porque se para TODO el mundo ahí y ves lo que estas haciendo). Cerras esto que estas escribiendo para que mamá no lo vea. Y se te pone hablar. ¿¡Nunca se calla!? Te dice que estuvo pensando lo de tu regalo de 15, que a ella le gustaría hacer fiesta pero que a la vez no, porque a la gente mucho no le importa, y que si me regalan lo que yo quiero (soy un poco cara, pero al lado de la fiesta, ¡no es nada! Parezco Pipo Pescador con las rimas) es algo que me va a quedar para rato. ¿Y de la fiesta que te queda? Le digo, un video (que a veces te da asco mirarlo, como a mi hermana) y las cuentas que van a tener que pagar. “Es perder tiempo al pedo” te decís a vos misma. Y le repetís lo del té porque seguramente se olvidó (característico de mamá). ¡UUUUHHH! El té, me olvide perdón. No má, esta bien. Va, prende la cocina y le dice a la abu: voy a hacerle un te a la niña. La mirás y te reís.

Y el té ya esta.

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