Con el anhelo dirigido hacia ti, yo estaba sola en un rincón del café. Cuando de pronto oí unas alas batir, como si un peso comenzara a ceder. Se va, se va, se fue… Tal vez fue algo de la puesta de sol, o algún efecto secundario del té, pero lo cierto es que la pena voló y no importó ya ni siquiera porqué. Se va, se va, se fue… Algunas veces, mejor no preguntar, por una vez que algo sale bien, si todo empieza y todo tiene un final. Hay que pensar que la tristeza también se va, se va, se fue…

(Jorge Drexler)

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