Me siento para no morir nunca, creo que si me paro puedo llegar a caer, el hombre se ha levantado millones de veces (prehistoria) y otras millones ha vuelto a caer (edad moderna). No pienso, para no enloquecer. Cada vez que te palpo inexistente, cierro los ojos e imagino que aquello de no vivir más, es la excusa para saber volar sin que los demás lo sepan. ¿Para qué volar a escondidas? No permito la imagen de pensamientos acabados -y a veces es que nunca empiezan-, pero igual siempre hay algo o alguien, no soporto la idea de verlos fundiéndose con el aire, por primera y ultima vez. No soportaría verte víctima de venas frías y colchones de madera –que incómodo-. Te conservo en mi locura –siempre formaste parte de aquello-, en mis letras, a mi manera. Y vos también me conservabas en tu locura –siempre forme parte de aquello, supiste decirme-, en tus letras, a tu manera. El día que no seas más –todavía no lo veo-, va a ser el día que deje de pensarte, de escucharte, de saber que en algún lugar, tu energía no busca más aventuras -probablemente no te ocurra-. Y es que creo que todas las buscaste en mi, pero ahí no se termina. Yo no soy la única, ni la mejor, ni la más deseada, mucho menos la que tiene el mejor cuerpo. Y no veo ese día porque no quiero dejar de pensarte, de escucharte, no quiero hacerme la idea de saber que tu energía no busca más aventuras. –y he ahí mi impotencia por no haberte disfrutado. Y no hablo del sueño, hablo de la vida.- y fue tal vez porque mi corazón había aprendido de tu tatarabuelo, no te busqué. Sabía que si me necesitabas el agua me iba a avisar. yo planeo ser eterna, y de algún modo, mi eternidad es solo la que yace en tu cuerpo.

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