Hoy vas a leerme de pies a cabeza. Vas a aprenderme de memoria, toda. Y después vas a dar la mejor lección que diste en tu vida. Vas a hablarme sólo a mí, vas a mirar sólo mis pupilas. También vas a quedarte quieto en un rincón y sólo cuando yo te autorice vas a acercarte peligrosamente, dudando y en puntas de pie. Tene en cuenta que no podes hacer ni un sólo ruido. Todo tiene que estar en absoluto silencio.
Y como siempre nunca hacemos nos vamos a quedar callados, nos vamos a mirar y voy a dejarte decidir qué hacer de nosotros, donde, como y cuando quieras.
No voy a dejarte dejarme, no vas a querer dejarme. Vamos a seguir así, siempre. Yo voy a ser yo, y vos, vos también tenes que ser siempre vos. No valen las sonrisas trucadas, ni los abrazos -ni los besos- dados con mala gana. No valen miradas tristes ni enojadas. Tampoco gritos o malas palabras.
Puedo permitirte el silencio. Todo el tiempo que quieras.
Pero vas a tener que devolverlo, como quieras, también.
No acepto cheques, sólo pagos al contado.
Pero vos -sólo vos- elegís cómo y con qué pagarme.
No sé.
Sorprendeme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario