.nube.


Siempre me pregunto qué se sentirá tocar una nube. Qué se sentirá sentarse en una nube, atravesar una nube. Tan lejos, tan inquietas, tan puras. Las nubes parecen pedacitos de algodón acomodados sobre un celeste perfecto. Y pienso que tocar una nube debe ser parecido a ponerse un caramelo de miel en la boca. Tal vez la sensación sea parecida a la de mirarte a los ojos. O tal vez se sienta como una caricia suave, casi imperceptible. Tocar una nube puede que sea parecido al contacto de los pies con la arena, o con la espuma tibia que deja el mar cada vez que va y que viene, justo cuando el sol está bajando. Una sensación parecida a la del té con tres cucharaditas de azúcar blanco. O quizás se sienta como taparse con las sábanas recién planchadas y con olor a vainilla. Tocar una nube puede que sea parecido a prender un sahumerio de jazmín a la hora de la siesta, cuando la casa está quieta y solo la ilumina el sol. Tal vez se sienta como el roce de manos de dos personas que no se conocen, o como un abrazo, o como un beso. Ojalá se sienta como extrañar a alguien pero al mismo tiempo tener la certeza de que va a volver. Una nube puede ser lo que queramos. Y ellas se deben sentir ingenuas y tontas como yo. Porque todos saben lo que ellas son, pero ellas no pueden verse, no pueden sentirse. Y como ellas tienen que ser nubes. Yo tengo que ser yo. Ir y venir. Estar y no estar. Entender y no entender. Aunque les tengo envidia, porque ellas tal vez no tengan que tomar decisiones, ni hacerse cargo de lo que sienten. Y eso es lo que nos diferencia.
Tocar una nube,
tal vez sea,
parecido a sentirte acá,
conmigo.

1 comentario:

Geri dijo...

tal vez, tocar una nube se sienta como leer tus posts.
Una mezcla de alegría, dulzura, paz y mucha mística.
Sos inmensa, chiqui.
te quiero!