Mientras caminaba, bailaban en mi cabeza diferentes palabras y pensamientos, al compás de un ritmo raro, caribeño podría decir, intentando acomodarse para formar algún texto interesante, quizás, o para quedarse ahi archivados, esperando a que algún día les saque el polvo de encima. El viento frío rozaba mis mejillas, y la llovizna finita mojaba mi ¿pelo?. Vamos, que ya nadie se anima a ver lo genial que es lo cotidiano. Como tu profesor de fotografía te felicito porque sabes ver cosas lindas en lo cotidiano. ¿Tan difícil resulta? La única música presente se encontraba en mi cabeza, junto al ritmo caribeño, junto a las palabras y a los pensamientos, junto a alguna canción que tarareaba inconsciente pero alegremente. Afuera de mí sólo había y hay desorden, autos apurados, bocinas, colectivos, gritos, humo. Una ciudad. Pero en mi mente había un clima cálido, opuesto al de la estación del año que vive mi cuerpo en este momento. Era raro y reconfortante sentir (y saber) que yo no voy al mismo tiempo que esas personas. Personas que se olvidan de vivir, de sentir, de amar, de gritar, de saltar, de sonreír. De reír. Y entre los autos, las calles, los comercios, el frío, las gotas frías, mis palabras y mis pensamientos, la música en mi cabeza y el ritmo caribeño, pensé: "¿por qué ya nadie pide la hora en la calle?". Y entonces te preguntás porque tu ciudad no puede ser como la Paris de antes, la que aprendiste y viste en fotografías hoy. Donde las calles no eran todas iguales, y no formaban un tablero de ajedrez. Si ahí había una casa y a la vuelta otra, nacía una calle. ¿Será que nos estamos volviendo herméticos? ¿O que nos cuesta expresarnos más? Yo por mi parte, creo que la primera. Cosa que me esta empezando a pasar, y es realmente triste. Acá ya nadie dice buen día ¿por qué ya nadie dice buen día? Sera porque cada uno se retrotrae en su tiempo. Su propio tiempo. Y teman encontrarse con otros ojos (no saben lo que se pierden) o con otras manos (no hay NADA que se compare al sentir el calor de una mano, sea de quien sea). El ser humano desespera, y a la vez se aleja (que triste), como en un cono interminable. Podemos cambiarlo (¿podemos?). Por eso te pregunto che ¿que hora es?

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